lunes, 20 de mayo de 2013

La voz de los novelistas


(Sobre En la orilla, de Rafael Chirbes, presentada por Paco Goyanes en la librería Cálamo el 11 de abril. Con lecturas de la novela a cargo de Rafael Campos)



Hace unas semanas, Eduardo Lago entrevistaba a Jeffrey Eugenides en las páginas de Babelia. Usted es escritor –afirmaba el estadounidense– y sabe que en ficción lo más importante es dar con la voz que ha de conducir la narración. Cuando se da con ella se trata de seguir sus indicaciones. Te descubre cosas –apuntaba Lago, y Eugenides proseguía su reflexión en voz alta–: Sí, te descubre cosas porque conecta con algo que hay dentro de ti. Te dice cosas que no sabías (…) Muchas veces el escritor está sumido en la incertidumbre (…) hasta que una voz le señala el camino a seguir.

Si algo caracteriza la última novela de Rafael Chirbes es precisamente la presencia de una “voz” narrativa. Se trata de la voz de Esteban, carpintero víctima de una estafa inmobiliaria que le obliga a cerrar la carpintería. Vive con su padre impedido y se cierne sobre ambos la ruina por confiar en un cliente –el promotor Pedrós–, en cuyos proyectos Esteban invirtió todos sus ahorros.

Rafael, en esta novela da la impresión de que no importe demasiado la trama, apunta Paco Goyanes. Y ciertamente es así, porque la narración no se sustenta tanto sobre un argumento como sobre la voz de Esteban y el resto de personajes secundarios. No en vano, con excepción de la primera parte de la novela: El hallazgo (apenas veinte páginas) narradas en tercera persona, el resto de la novela (más de cuatrocientas) se compone de una sucesión de monólogos interiores que alternan la voz de Esteban con las de los trabajadores de la carpintería o sus mujeres.  

¿Y qué es lo que contiene la voz de Estaban? Pues contiene sobre todo sus recuerdos, el pasado y presente familiar, algunas partidas de cartas con los amigos,  escenas de caza en el pantano que da título a la novela…

En tus monólogos destaca la oralidad, ¿cómo logras mimetizar las voces humanas en la prosa?, ¿vas por ahí escuchando, prestando atención a las conversaciones…? Esta vez soy yo quien formula la pregunta y noto a Chirbes inquieto. Las ideas parecen bullir en su cabeza.

Por supuesto que escucho las conversaciones -me responde-, pero no creas que la prosa es una mimetización de ellas. La literatura reelabora la realidad, y esa reelaboración lo que busca no es la realidad misma sino una “impresión” de realidad, lo cual es distinto… Y yo pienso que muy bien trabajada debe de estar esa reelaboración cuando la impresión producida por la prosa de Chirbes es la de estar escuchando voces reales, con una cadencia y una expresividad perfectas.

Y a partir de aquí me centro en el personaje de Esteban.

Han llamado mi atención las reseñas acerca de esta última novela de Rafael Chirbes. Los críticos, casi sin excepción, han sido muy favorables. Algunos han calificado En la orilla como una obra maestra. Pero tan rotundas palabras, en la mayoría de casos, no parecía coincidir con el entusiasmo mostrado por los reseñistas. ¿Qué ha ocurrido…?

La aparente contradicción quizá se deba al personaje de Esteban, un hombre taciturno, un hombre sin atributos, como lo califica la contraportada de Anagrama. Esteban parece sentirse fracasado cuando enjuicia su propia vida: le aburre el trabajo en la carpintería. Sin embargo nadie lo obligó a seguir a su padre, de quien heredó el negocio... También se siente fracasado en lo amoroso al haber dejado escapar a su novia, Leonor, quien termina casándose con su mejor amigo, Francisco Marsal. Sin embargo tampoco parece que Esteban hiciera gran esfuerzo por retenerla…

Sólo en contadas ocasiones a lo largo de la novela el taciturno Esteban parece vibrar: cuando conduce su todoterreno para cazar en el marjal, cuando recuerda a Leonor, cuando flirtea con Liliana -la colombiana que cuida de su padre-. Pero son momentos puntuales, diseminados a lo largo de cientos de páginas de monólogos interiores en los que predominan la insatisfacción y el tedio.

En cierto modo, Esteban es un personaje cainita. Abel sería su amigo Francisco Marsal, quien triunfa en la España socialista: es un afamado hostelero, editor de una revista de vinos, crítico gastronómico, viajero y, sobre todo, es el marido de Leonor. Esteban, en cambio, representa al buen hijo que sigue el negocio del padre, pero ni siquiera este último parece estar contento con él. Rafael Chirbes, como buen narrador, dota a Esteban de la necesaria ambigüedad. No aclara del todo las causas de su tristeza, de su inacción. 

El final de la novela me ha parecido ejemplar. Condensado en las doce páginas finales, lleva por título Éxodo, y supone un auténtico jarro de agua fría para el lector, tras tantas páginas de penurias de Esteban y de las familias de sus trabajadores, a quienes esperan el paro y la ruina. El desenlace encarna a la perfección la crisis económica, que se erige en la auténtica protagonista.

Pero En la orilla es ante todo una novela de voces: la de Esteban, la de sus trabajadores y la del promotor Pedrós. Todas ellas conforman la voz de Rafael Chirbes.  

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