lunes, 15 de julio de 2013

Niveles de lectura

(Sobre Mundo salvaje, de Virginia Aguilera, presentada por Juan Bolea en el teatro Principal el 2 de julio. Acto organizado por la librería Los Portadores de Sueños)



Inicia Juan Bolea su disertación sobre Mundo salvaje con una reflexión literaria de calado. Existen, en su opinión, dos tipos de novelistas: quienes buscan una voz propia, un estilo; y aquellos que priman el argumento y la caracterización de los personajes. Los primeros persiguen la estética del lenguaje, la expresión de un universo personal; los segundos, en cambio, se centran en contar historias y en crear caracteres creíbles  Entre los estilistas cita a Cela y a Umbral; entre los narradores se decanta por Galdós y Delibes: Fortunata y Jacinta… Las ratas… -afirma Bolea.

Y la distinción no puede parecerme más certera. A menudo, el estilo y la narración se parecen a los dos señores del Evangelio: no se puede servir fielmente a uno sin descuidar a la otra. Pongo como ejemplo al citado Camilo José Cela: sus obras más narrativas son las más neutras desde el punto de vista estilístico: La familia de Pascual Duarte, La colmena... En cambio, en sus obras más estilísticas, la narración y los personajes tienden a desaparecer: San Camilo, 1936; Mazurca para dos muertos… 

Dicho lo cual, Juan Bolea no duda en clasificar a Virginia Aguilera entre las narradoras. Virginia es una joven autora zaragozana que ha publicado hasta la fecha dos novelas. Con la primera, Helena Kin, ganó el premio Casino de Mieres 2011. Por la actual, Mundo salvaje, le ha sido concedido en Mérida el XV premio de novela Juan Pablo Forner.

Uno de los primeros aciertos narrativos de Mundo salvaje consiste en hurtar información al lector: nos encontramos en un desconocido país tropical. El narrador es un innominado hombre maduro, ligado sentimentalmente a una mujer joven. Ambos son dirigentes de un partido político cuya ideología desconocemos, en un país regido por un sistema político que ignoramos. Los dos se embarcan en un viaje de precampaña a las provincias más deprimidas del país, pobladas por espesas selvas.

En el curso del viaje la pareja sufre un accidente que lo deja a él impedido. Y es entonces cuando aparece el tercer personaje. Se trata de un enigmático habitante de la jungla, que inicialmente los ayuda, pero que al cabo se convertirá en su carcelero, al adentrarlos en la selva y suministrarles víveres sin facilitarles, sin embargo, el camino de regreso a la civilización. El extraño personaje, mezcla de Tarzán y del coronel Kurtz de El corazón de las tinieblas, es apodado por la pareja “La Bestia”. 

Con todas estas carencias de información, la autora logra crear desde el inicio una atmósfera de misterio que universaliza a los personajes y facilita la identificación del lector con ciertas actitudes, identificación que resulta muy cara al desarrollo narrativo posterior, donde deberemos acompañar a los protagonistas a través de penurias. No en vano, la de Aguilera es ante todo una novela de aventuras.

Sin embargo, la obra contiene diversos niveles de lectura. Uno puede quedarse con la novela de aventuras y se divertirá, sin duda –afirma Juan Bolea–, pero Mundo salvaje es además una sátira sobre el mundo de la política, y también una novela filosófica acerca de la civilización.

Sobre este punto reflexiona la autora. En efecto, su intención era contraponer la sociedad humana al mundo de la naturaleza. El hombre se empeña se afirmar la superioridad de la civilización sobre el mundo salvaje, pero ella se pregunta: ¿qué tipo de salvajismo es peor, el de la sociedad civilizada o el de la naturaleza? ¿No será, en realidad, la civilización un mero estadio evolutivo de la naturaleza?

Desde luego, cuando uno piensa en los crímenes e inmoralidades sin cuento que se comenten en nuestro mundo civilizado, no puede por menos que congraciarse con tales argumentos. No obstante, no ha sido este el nivel de lectura que más me impactado al leer la novela, sino otro, no citado por Virginia Aguilera ni por su presentador, y que expongo a continuación…

Mundo salvaje  me ha parecido una novela sobre las relaciones de pareja. El narrador e Ivi (que así se llama la protagonista), se conocen en la capital y se enamoran. A continuación emprenden su viaje de precampaña por regiones más exóticas del país, que se asemeja a un viaje de novios; para concluir en la selva, que simboliza la vida en común, con todas sus alegrías y sinsabores. “La Bestia” formaría parte de esa jungla conyugal: él premia y castiga a la pareja, al igual que la vida nos premia y castiga a diario.

En mi opinión Virginia Aguilera es una gran narradora, y Mundo salvaje merecería publicarse en Anagrama, en Seix Barral, en Tusquets , en Mondadori…  

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